Adaptarse y vivir
Cuando acontece una lesión neurológica, la persona que la padece se ve envuelta en la necesidad de aprender a manejarse en su nueva condición. Adaptarse y seguir con su vida.
Desde la fisioterapia tendremos en cuenta que la rehabilitación no consiste únicamente en rehabilitar las partes del cuerpo que se hayan visto afectadas por la lesión.
Enfocaremos el tratamiento hacia una rehabilitación integral ya que cuando existe una lesión en una parte de nuestro cuerpo todo el resto se ve afectado de algún modo. Por ejemplo, es muy común pensar que un paciente con una hemiplejia izquierda (lesión en el hemisferio derecho) solo tiene afecto el lado izquierdo. Sin embargo, debemos tener en cuenta las posibles actitudes viciosas patológicas que puede generar el lesionado en su lado «sano».
Siguiendo con el ejemplo, desde mi punto de vista no existe un lado afecto y otro sano. Sino un hemicuerpo sobre el que ha acontecido más la lesión, ya que si obviamos el trabajo del lado aparentemente sano puede llegar a darnos incluso más problemas. Y digo esto, porque llegados a este punto es importante destacar también la relevancia de las compensaciones, esos movimientos de los que se valen los pacientes para generar un movimiento, frecuentemente inadecuado pero funcional. Un tema verdaderamente controvertido.
Las compensaciones. ¿Enemigo o aliado?
Existen diversas opiniones sobre qué debe hacerse ante la aparición de las compensaciones, tratar de eliminarlas o ayudarse de ellas. Bajo mi punto de vista, nuestra labor será ir eliminando la necesidad de las compensaciones trabajando el control motor y al mismo tiempo trabajando la reeducación postural para evitar actitudes viciosas patológicas. Todo ello sin olvidar que para los pacientes es más importante el conseguir realizar la acción que saber hacerla correctamente. Así que, trataremos de mitigarlas, pero mantendremos una estrecha alianza mientras dure el aprendizaje, ya que ayudarán al paciente a ser funcional.
No obstante, en el caso de los ICTUS (menciono esta patología porque es la más común), siempre tendremos presente de nuevo la neuroplasticidad. En la entrada anterior comprendisteis que el cerebro es maleable y que estamos en constante relación con el entorno, adaptándonos a sus constantes cambios. Un proceso continuo que permite remodelar el mapa neurosináptico a corto, medio y largo plazo para optimizar el funcionamiento de las redes neuronales. Por eso en el ámbito de la rehabilitación tendremos en cuenta los principios de la neuroplasticidad:
- ¡Úsalo o piérdelo! El desuso de las funciones específicas del cerebro puede conllevar una perdida funcional.
- ¡Úsalo y mejóralo! El entrenamiento de una función cerebral específica tendrá como resultado una mejora de la función.
- Especificidad. La naturaleza de las experiencias durante la práctica marca la naturaleza de la plasticidad. Es decir, si practicamos mal se aprenderá mal.
- La repetición e intensidad importan. El estímulo de la plasticidad requiere de suficiente repetición e intensidad. Para que exista un aprendizaje motor es necesario realizar las tareas las suficientes veces y en la intensidad correcta para que se integre en el esquema cerebral.
- El tiempo importa. Diferentes formas de plasticidad tienen lugar durante diferentes tiempos durante la práctica.
- La calidad importa. La experiencia de la práctica tiene que tener la suficiente calidad para inducir la plasticidad. Por tanto, más vale calidad que cantidad.
- La edad importa. La plasticidad inducida por la práctica se produce más fácilmente en cerebros jóvenes. Con la edad el cerebro altera su estructura y función, pero estos cambios plásticos no son uniformes y dependen de la interacción con el entorno.
- Transferencia. La plasticidad en respuesta a una experiencia de práctica puede facilitar la adquisición de un comportamiento similar. Es decir, cuando existe un verdadero aprendizaje el paciente podrá extrapolar la tarea a cualquier entorno.
- Interferencias. La plasticidad en respuesta a una experiencia puede interferir en la adquisición de otros comportamientos.
No existe un cronograma para determinar cuáles son las habilidades que debe recuperar el paciente para rehabilitarse lo antes posible, ya que cada paciente es un mundo. Cada persona tiene su ritmo, e influyen muchísimos factores tanto internos como externos que pueden hacer variar el periodo de rehabilitación.
Volviendo una vez más a los casos de ICTUS, a los fisioterapeutas que no trabajamos en el ámbito hospitalario nos suelen llegar pacientes en fase subaguda o crónica.
- En la fase subaguda todavía estamos en periodo de máxima recuperación, muchos de estos pacientes quedan con algún grado de déficit neurológico, pero podrán beneficiarse de un proceso de rehabilitación activo.
- En la fase crónica lo que principalmente se persigue es que el paciente se adapte a las funciones residuales para alcanzar tres grandes objetivos:
- Reinserción óptima a nivel familiar, social y, eventualmente, laboral.
- Mantener los logros funcionales obtenidos en la fase subaguda.
- Evitar la recurrencia.
La tendencia actual es orientar la rehabilitación neurológica a actividades funcionales enfocando las sesiones a tareas, de manera que la realización reiterada del mismo esquema termine por integrarse, avanzando desde el aprendizaje explícito o consciente, al aprendizaje implícito o automatizado.
En resumen, el tratamiento neurológico no es solo el que hacemos durante la hora de sesión. Si no que aplicando durante su vida diaria la globalidad de los conceptos y habilidades que van adquiriendo en las sesiones, la rehabilitación resultará mucho más efectiva. Iremos avanzando posición a posición. Al igual que un jugador de béisbol no puede hacer una carrera completa sin pasar por todas las bases, un paciente neurológico no podrá llegar a su meta final sin antes haber conseguido objetivos más asequibles.
Si profesionales, familia (entorno) y paciente seguimos la misma dirección y motivamos y hacemos parte activa de todo el proceso al paciente, será mucho más probable que llegue a lograr sus objetivos y mejorar tanto su calidad de vida como la de sus familiares.
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